La brecha salarial es el resultado de varios factores estructurales que se suman y refuerzan mutuamente:
Estos mecanismos crean un sistema en el que las desigualdades se reproducen y amplían con el tiempo. Las mujeres que inician su carrera con una ligera desventaja ven cómo esa brecha se agranda progresivamente, generando disparidades significativas al final de su trayectoria profesional.
Estas desigualdades se reproducen a través de varios canales interdependientes:
La reproducción de estas desigualdades comienza temprano en el recorrido educativo. A pesar de obtener mejores resultados escolares, las niñas optan menos por carreras científicas o técnicas, limitando sus perspectivas en sectores mejor remunerados. Esta orientación diferenciada explica en parte por qué, pese a la creciente cualificación femenina, la brecha salarial persiste.
Los diferentes factores de desigualdad se suman a lo largo de la carrera, creando una brecha creciente con la edad. Este proceso acumulativo explica por qué la brecha salarial pasa del 8 % en los 25–34 años al 22 % en los 55–64 años. Cada etapa profesional amplifica las desigualdades anteriores.
Los análisis longitudinales demuestran que las mujeres suelen comenzar con una ventaja educativa que pierden con el tiempo. El 54 % de los titulados universitarios son mujeres, pero solo representan el 35 % de los altos cargos. Esta pérdida de ventaja se explica por la acumulación de pequeñas desventajas a lo largo de la carrera.
La maternidad acarrea costes ocultos que afectan los ingresos de las mujeres mucho después del permiso maternal. Las madres sufren una penalización salarial que persiste tras la reincorporación. Estadísticas indican que el salario de una mujer disminuye un 3 % el primer año tras dar a luz y permanece estancado varios años. Esta penalización materna explica por qué la brecha se acentúa tras los 35 años, edad media de la primera maternidad.
Los empleadores suelen anticipar inconscientemente las restricciones derivadas de la maternidad y ajustar sus decisiones de asignación y promoción. Esta discriminación indirecta afecta a todas las mujeres en edad fértil, tengan o no intención de ser madres. Los datos revelan que la brecha salarial comienza a agrandarse ya a los 30 años, antes incluso del primer nacimiento.
Las competencias femeninas suelen estar infravaloradas frente a equivalentes masculinas. Los oficios de cuidado, educación y atención al cliente, tradicionalmente femeninos, están peor remunerados que los técnicos o comerciales. Esta jerarquización refleja sesgos sociales profundos que devalúan actividades asociadas a lo femenino.
Un ejemplo es comparar a una secretaria médica con un técnico informático de nivel similar: pese a formación y responsabilidades equiparables, el técnico gana un 20 % más de media. Esta diferencia evidencia la influencia directa de la valoración social de los oficios en los salarios.
Las desigualdades salariales persisten en Francia pese a avances legislativos. Según el INSEE, la brecha de remuneración media alcanza el 16,5 % en equivalencia de jornada completa en el sector privado. Este problema afecta a todos los sectores y supone un desafío clave para empresas comprometidas con la igualdad profesional.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos indican que las mujeres cobran 445 € menos de media al mes que los hombres. Esta gender pay gap persiste pese a acciones de reducción emprendidas en la última década. Las cifras demuestran que esta discriminación salarial afecta significativamente al colectivo laboral, especialmente a graduadas jóvenes que acceden al mercado laboral.
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Reducir las brechas salariales es un reto económico considerable. El Observatorio de las Desigualdades estima que Francia podría ganar varios puntos de PIB alcanzando la igualdad salarial. Esto dinamizaría el consumo y favorecería el crecimiento. La Organización Internacional del Trabajo confirma que países que reducen la gender wage gap ganan productividad de forma notable.
La magnitud del problema explica las numerosas iniciativas públicas. El Alto Consejo para la Igualdad publica informes estadísticos que muestran la evolución de la brecha salarial. Estos datos ponen de manifiesto que gran parte de la desigualdad procede de sesgos discriminatorios en selección y promoción.
El INSEE demuestra que mujeres con igual nivel formativo que hombres cobran menos. Esta discriminación salarial arranca a menudo en la inserción laboral: mujeres tituladas cobran un 8 % menos que colegas masculinos en su primer año de empleo.
El volumen de trabajo anual es clave: las mujeres a tiempo parcial constituyen la mayoría de contratos reducidos, situación ligada a cargas familiares que afecta su salario medio y desarrollo profesional.
Las desigualdades retributivas erosionan la cohesión social y generan tensiones en equipos. Desalientan a mujeres a asumir determinadas profesiones o responsabilidades, limitando el potencial de desarrollo de empresas. La condición femenina mejora lentamente, pero aún faltan avances reales para lograr la igualdad de género.
El Equal Pay Day, jornada simbólica en que mujeres trabajan “gratis” respecto a hombres, ejemplifica esta realidad: suele celebrarse en noviembre, significando dos meses extras de trabajo para igualar el salario anual masculino.
Empresas que defienden la igualdad salarial atraen más talento femenino y mejoran su imagen de marca. Estudios internacionales demuestran que fomentan innovación y rendimiento.
El Código del Trabajo consagra el principio de igual remuneración por trabajo igual o de igual valor. El artículo L3221‑2 establece que “todo empleador asegura, para un mismo trabajo o trabajo de igual valor, la igualdad de remuneración entre mujeres y hombres”.
Desde 2019, empresas con más de 50 empleados deben publicar su índice de igualdad profesional, que mide la brecha salarial y exige medidas correctivas si la puntuación es insuficiente.
El incumplimiento conlleva sanciones financieras de hasta el 1 % de la masa salarial y posible restricción de acceso a licitaciones públicas.
La ley permite diferencias salariales basadas en criterios objetivos: experiencia, competencias, rendimiento y responsabilidades:
Estudios indican que mujeres en puestos de mando intermedio cobran un 15 % menos que hombres con igual formación. Datos del INSEE corroboran que en neto FTE ganan un 12 % menos que contrapartes masculinas, debido a diferentes condiciones de inserción y sectores elegidos.
El empleador debe demostrar objetivamente estas diferencias. Criterios subjetivos o discriminatorios no justifican la brecha salarial. Las evaluaciones han de basarse en indicadores medibles.
Los contratos deben especificar los criterios salariales. Una parrilla transparente evita discriminaciones y garantiza igualdad de trato, reduciendo gradualmente la brecha.
La transparencia salarial y de evaluación previene litigios y promueve la equidad. Las empresas transparentes observan una reducción sostenida de la brecha salarial.
INSEE revela disparidades importantes por sector. Las mujeres en industria cobran significativamente menos que hombres a causa de estereotipos y segregación profesional.
Sector | Brecha Salarial Media | % de Mujeres | Empleo Total |
---|---|---|---|
Servicios Financieros | 25 % | 55 % | 850.000 empleos |
Industria | 22 % | 28 % | 3.200.000 empleos |
Comercio | 20 % | 62 % | 2.800.000 empleos |
Administración | 18 % | 65 % | 2.400.000 empleos |
Educación | 15 % | 72 % | 1.600.000 empleos |
Las mujeres predominan en roles administrativos y de servicios, menos remunerados. Una secretaria administrativa gana €1.800 netos al mes, frente a €2.100 de un hombre en posición equivalente del sector privado — un 17 % de brecha en perjuicio de las mujeres.
En el sector público, la brecha es menor, pero persisten desigualdades en acceso a mandos y bonificaciones.
La brecha salarial crece con la jerarquía. Las directoras senior cobran un 19 % menos que sus homólogos masculinos: conocido como “techo de cristal”. Al inicio, los salarios son comparables, pero la brecha se amplía con la experiencia.
Según el Observatoire des inégalités, solo una de cada cuatro directivas alcanza cargos generales, contribuyendo a la brecha en los tramos más altos de remuneración.
En informática, ingeniería y finanzas, donde las mujeres están infrarrepresentadas, la brecha alcanza los €4.500 anuales de media menos para ingenieras, por asignación desigual de proyectos y acceso a formación especializada.
La igualdad salarial se mide con:
El Índice de Igualdad Profesional incluye cinco indicadores (0–100) que evalúan brecha salarial, incrementos, promociones, permisos de maternidad y paridad en altas remuneraciones.
El análisis detallado de datos de RR. HH. permite detectar fuentes de desigualdad y diseñar acciones correctivas específicas.
El 80 % de los empleados a tiempo parcial son mujeres (INSEE). Esto reduce directamente los ingresos anuales y limita la progresión profesional. Las mujeres a tiempo parcial cobran €1.200 netos al mes, frente a €1.600 de los hombres en la misma situación.
Su volumen de trabajo anual es un 15 % inferior al de los hombres, debido al recurso frecuente a jornada parcial por obligaciones familiares (40 % de las mujeres con hijos menores de 3 años trabajan a tiempo reducido).
El tiempo parcial reduce ingresos y limita acceso a puestos de responsabilidad, además de afectar derechos de jubilación y prestaciones por desempleo (25 % menos de pensión tras 10 años al 80 %).
El efecto acumulativo del tiempo parcial es importante: dificulta el acceso a formación y promociones, creando un círculo vicioso que mantiene a las mujeres en empleos menos cualificados y remunerados.
El permiso parental lo asumen mayoritariamente las mujeres (97 %), provocando interrupciones duraderas con efecto en salario y perspectivas profesionales. Para mitigar, empresas ofrecen programas de reincorporación con actualización de competencias, flexibilidad horaria y acompañamiento personalizado.
Medidas innovadoras para reducir el impacto del tiempo parcial:
Estas iniciativas preservan la empleabilidad de mujeres a tiempo parcial y disminuyen la brecha salarial vinculada al volumen de horas.
La brecha salarial ha bajado del 19 % en 2010 al 16,5 % en 2023 en el sector privado.
En 2023, el salario neto medio de las mujeres en equivalencia tiempo completo en el sector privado fue de €2.250 mensuales, frente a €2.695 de los hombres. Esta diferencia de €445 representa una brecha de 16,5 %.
Las mujeres empleadas ganan €1.850 netos al mes, mientras que hombres en puestos similares perciben €2.100 (diferencia €250). Las obreras cobran €1.650 frente a €1.950 de los obreros.
La brecha crece con la edad debido a interrupciones por maternidad y diferencias en desarrollo profesional.
Francia se sitúa en la media europea con una brecha del 16,5 %, por detrás de países como Islandia (3 %) o Bélgica (6 %).
La Unión Europea se ha marcado el objetivo de reducir la brecha salarial a menos de 5 % antes de 2030 mediante directivas vinculantes.
La segregación horizontal, con mujeres y hombres en empleos distintos, explica buena parte de la brecha salarial. Sectores femeninos como educación, salud o adminis– tración ofrecen remuneraciones inferiores a sectores masculinos.
INSEE indica que el 47 % de las mujeres trabaja en solo 12 de las 87 familias profesionales, concentrándolas en puestos de cuidado y servicios con salarios estructuralmente bajos.
Los permisos de maternidad y paternidad afectan el progreso profesional femenino: las mujeres que toman permiso parental ven estancado su salario durante una media de 5 años tras reincorporarse.
El efecto acumulativo de estas interrupciones explica la ampliación de la brecha con la edad. Incluso pausas cortas ralentizan la progresión y reducen oportunidades de ascenso.
Los estereotipos de género influyen en decisiones de contratación y promoción. Estudios demuestran que competencias idénticas reciben evaluaciones distintas según el género del candidato.
Solo el 30 % de las mujeres negocia su salario en la contratación, frente al 52 % de los hombres, contribuyendo a la brecha desde el inicio de la carrera.
Las mujeres dedican de media 3 h 30 min diarias a tareas domésticas frente a 2 h de los hombres, limitando su disponibilidad y acceso a puestos de alta responsabilidad.
Los factores se suman creando una brecha creciente con la edad.
Más allá de medidas técnicas, es clave implicar a toda la organización. Programas de mentoría aceleran un 30 % la carrera de las mujeres.
El índice de igualdad, obligatorio desde 2019, ha impulsado planes correctivos y sanciones. El permiso de paternidad, ampliado a 28 días en 2021, fomenta corresponsabilidad.
Monitoreo trimestral de indicadores para ajustar políticas y medir avances. La transparencia refuerza la reputación y atrae talento femenino.
Empresas con paridad salarial aumentan productividad un 12 % y fomentan innovación y creatividad en equipos diversos.
La lucha contra las desigualdades salariales requiere colaboración de empresas, agencias y poderes públicos para un mercado laboral más justo. Las estadísticas muestran que un cuarto de empresas ya implementa medidas concretas. Esta tendencia debe generalizarse para lograr la igualdad salarial antes de 2030.
Hiring Notes se compromete a facilitar este cambio, conectando con agencias especializadas en reclutamiento inclusivo y diversificado. Acompañamos a empleadores para garantizar procesos equitativos y no discriminatorios.
La igualdad salarial no solo es obligación legal, sino también factor de rendimiento y competitividad. Invertir en igualdad es la clave para un mercado laboral más justo y eficiente.